- Autoridades universitarias encabezadas por el rector Raúl Cárdenas Navarro realizaron ceremonia en la Escuela Preparatoria José María Morelos.
Durante la ceremonia conmemorativa del CCLVI del aniversario del natalicio de Don José María Morelos y Pavón, el Secretario de Difusión Cultural y Extensión Universitaria y orador oficial, Héctor Pérez Pintor, consideró que no existe duda entre los historiadores acerca de la importancia histórica de la figura de José María Morelos ni sobre el lugar que ocupa en el proceso de la independencia de México.
Ante la presencia del rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), Raúl Cárdenas Navarro, así como de funcionarios de la administración central y autoridades de la Escuela Preparatoria José Ma. Morelos y Pavón, el orador refirió que vale la pena citar al respecto a Lucas Alamán, quien no tenía una especial simpatía por el cura de Carácuaro y lo criticó acremente en no pocas ocasiones: dijo Alamán de Morelos que fue el hombre que jugó el principal papel en la historia de la Revolución de Nueva España, el “más extraordinario” de los revolucionarios y uno de los más originales.
Por ello, estimó que si pasamos revista a su desempeño militar, a su labor ideológica y política, a sus logros institucionales y a su programa social, resulta muy fácil estar de acuerdo con don Lucas. No deja de sorprender, en efecto, la efectividad y el impacto militares que tuvieron Morelos y sus fuerzas rebeldes en las sucesivas campañas que encabezó, a despecho de su inexperiencia en la materia y de su improvisación.
En este sentido, mencionó que resulta muy clara la importancia de Morelos no sólo en el ámbito de la guerra, sino también en el de las ideas y la cultura política. Se suelen destacar lo exitoso de sus campañas militares y los planteamientos sociales de sus Sentimientos de la nación, y no es para menos: sin ellos, el levantamiento de Hidalgo no hubiese tenido probablemente la continuidad que tuvo, o habría sido, en términos políticos, una más de las muchas rebeliones coloniales.
Pero son también fundamentales las disputas ideológicas entre monarquismo y republicanismo. Los textos de Morelos son un buen ejemplo de la transición hacia la independencia y hacia la adopción de la forma de gobierno republicana que experimentó la insurgencia mexicana. Un tema fuertemente vinculado a las transformaciones de los lenguajes políticos, en el marco del paso del Antiguo Régimen al orden liberal. Como podemos apreciar, pues, Morelos fue algo más que sus campañas militares: junto con Hidalgo y Guerrero, fue el epítome del proceso de la independencia de México.
Morelos no sólo se convirtió en un estratega militar sino fue también un hombre de ideas políticas, que fue experimentando un proceso ideológico a la par del movimiento insurgente. Al menos hasta 1813, el discurso rebelde estuvo caracterizado por el legitimismo monárquico.
El hecho de que apareciera en primer lugar este postulado puede ser indicativo de lo primordiales que resultaban para la insurgencia tanto la reivindicación autonomista como el reconocimiento de la soberanía regia; pero además el hecho de que ambos planteamientos aparecieran juntos expresaba también que el autonomismo insurgente estaba asociado a ese reconocimiento: era condición para formar parte del congreso que gobernaría América ser criollo y sostener los derechos de Fernando.
Pérez Pintor aseguró que la negativa de Morelos a admitir la monarquía como forma de gobierno quedó formalizada en dos documentos de mucha importancia e interés. El primero de ellos es el reglamento de 59 puntos, firmado el once de septiembre de 1813 en Chilpancingo, con el cual se pretendía normar las sesiones del congreso. Su artículo 17 prevenía que el primer acto del congreso debería ser el de expedir un decreto declaratorio de la independencia de América respecto de la península española “sin apellidarla con el nombre de algún monarca”. El segundo documento no es sino los famosos Sentimientos de la Nación: el primero de ellos estaba referido de igual manera a la independencia y libertad de la América, que lo sería respecto de España y “de toda otra nación, gobierno o monarquía”.
Finalmente, el orador oficial señaló que de esta suerte el enunciado fundamental del Acta solemne de la declaración de la independencia de la América Septentrional, aquél que postulaba que el Congreso recuperaba el ejercicio de su soberanía y que por ello quedaba rota “para siempre jamás y disuelta la dependencia del trono español”, parecía un corolario casi natural.