La globalización de las enfermedades

Escrito por OMAR FABIÁN GONZÁLEZ SALINAS. El Colegio de México.
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El 14 de noviembre de 1918, el diario El Pueblo, informaba sobre la muerte del “feroz vándalo José Inés Chávez García”, a causa de la pandemia de Influenza española

Entre los siglos xiv y xvii el mundo vivió la “unificación microbiana”; periodo que, a decir del historiador francés Emmanuel Le Roy Ladurie, se caracterizó por los constantes contactos humanos intercontinentales que llevaron consigo virus, bacterias y demás microorganismos infecciosos, a regiones donde no existían y las poblaciones carecían de defensas inmunológicas contra ellos. Los resultados fueron la propagación de epidemias de largo alcance geográfico, caídas demográficas estrepitosas y la globalización de las enfermedades.

La peste bubónica que azotó a Europa se enmarca en este proceso. Se cree que dicha enfermedad viajó desde Asia hasta tierras europeas a través de la ruta de la seda. En 1348, después de casi un año a la deriva, doce barcos mercantes genoveses a los que se negaba el permiso de desembarque debido a su tripulación diezmada por la peste, finalmente tocaron tierra en el puerto de Marsella. Con ellos la enfermedad también ingresó a Europa. Las ciudades enfrentaron la “peste negra” con el escaso desarrollo médico de la época y con súplicas y flagelos que imploraban la protección de Dios. Los cuerpos de los muertos se apilaban en las calles, pues la gente tenía pavor de acercarse a ellos, sin saber que las verdaderas emisarias de la muerte eran las ratas que como polizones inadvertidos viajaban en los barcos para después adentrarse en las ciudades llevando consigo pulgas infectadas por la bacteria yersinia pestis, única causante de la enfermedad. Cuatro años bastaron para que la peste bubónica se expandiera hasta matar un tercio de la población europea.

Casi cien años después, con los conquistadores y colonizadores europeos que arribaron a América, también llegaron enfermedades letales, nuevas en el continente y frente a las cuales los indígenas no estaban inmunizados. El caso más representativo lo compone la viruela, misma que se convirtió en un aliado inesperado de Hernán Cortés, pues antes de que sus hombres destruyeran el imperio mexica, esta enfermedad ya había arrasado con la vida de miles de aztecas. Lo mismo ocurrió en el antiguo Perú, donde diez años antes que Francisco Pizarro derrocara al imperio inca, la población ya había sido mermada por las epidemias de viruela, gripe y sarampión, llevadas a tierras andinas a través de las líneas de comercio precolombino que comunicaban Sudamérica con el Caribe y Centroamérica, donde ya había presencia hispana.

Los viajes de exploración y guerras de conquista continuaron propagando las nuevas epidemias por todo el continente. Ni Cortés ni Pizarro anticiparon el beneficio que las enfermedades europeas brindarían en su campaña militar. Caso distinto ocurrió con los representantes del imperio inglés en Norteamérica, quienes tuvieron la mortal idea de obsequiar mantas contaminadas con viruela a los nativos americanos, con el fin de exterminarlos y tener camino libre para tomar sus tierras en nombre de Su Majestad. Al término de un siglo, las enfermedades que acompañaron a los colonizadores europeos se erigieron como el factor determinante que causó la catástrofe demográfica más dramática en la historia de América.

Pero los intercambios biológicos fueron de un lugar a otro y los europeos no estuvieron exentos de contraer enfermedades importadas de las regiones conquistadas. Si bien todavía se debate si la sífilis existía en Europa antes del contacto con América, es factible que ésta haya sido llevada por los marineros de Colón contagiados en tierras americanas; aunque también existe la hipótesis que sostiene que el virus viajó desde África a través del tráfico de esclavos africanos.

Avanzado el siglo xvi, la ruta comercial del Galeón de Manila que conectó Asia y América, vía el Pacífico, dio pasó a la llamada “globalización temprana” que por primera vez interconectó al mundo a través de constantes intercambios de tipo económico, migratorio, cultural y biológico. Los agentes globales, individuos que se desplazaron entre países, no sólo llevaron plantas y animales a regiones donde éstos no existían, también virus y bacterias que aceleraron la globalización patógena.

El citado historiador Emmanuel Le Roy Ladurie, señala que en el siglo xvii finalizó el periodo de mayor velocidad y dramatismo de la unificación microbiana, aunque ésta siguió su curso. Prueba de ello es que en 1918 el mundo conoció la que quizá sea la más mortífera pandemia que ha azotado a la humanidad: la epidemia de influenza española. A pesar de su nombre, España no fue el origen de esta enfermedad, ya que se cree que pudo ser Estados Unidos. En lo que sí hay certeza, es que la Primera Guerra Mundial se convirtió en el escenario perfecto para expandir la pandemia: la llegada de cientos de soldados a los puertos y su concentración en grandes pelotones y fuertes militares provocaron millares de contagios. Los soldados que regresaban del campo de batalla a sus hogares también llevaron consigo el virus.

Países como México, que se mantuvieron neutrales en la contienda militar, igualmente fueron trastocados por la influenza. Los flujos comerciales y migratorios de la frontera norte y de los puertos del Golfo diseminaron la enfermedad por el territorio. Se estima que medio millón de mexicanos perecieron por la influenza española; un número importante, pero que apenas formó una pequeña parte de las víctimas totales, de las cuales las cifras oscilan entre los cincuenta y los cien millones de muertes a nivel mundial, en escasos dos años.

El cólera, enfermedad cuyos primeros registros se remontan a la antigüedad en Asia y Europa, a partir del siglo xix se propagó por el mundo a través de ocho oleadas epidémicas que la sumaron a la lista de enfermedades globales. En 1961 Indonesia albergó la séptima ola pandémica de cólera que se extendió por Asia, Europa y África, hasta que en 1991 alcanzó también a América Latina, que hasta entonces llevaba un siglo libre de esta enfermedad.

La más reciente experiencia en esta globalización de enfermedades la estamos viviendo con el covid-19, un virus que en México nos pareció tan extraño como lejano al saber que su origen estaba en China. Empero, éste pronto se propagó por Europa hasta convertir a España e Italia en nuevos epicentros de lo que ya pintaba como pandemia mundial. Semanas después, la enfermedad cruzó el Atlántico y convirtió a Nueva York en el actual mayor foco rojo sanitario. Al término de ocho meses nos encontramos lidiando con una pandemia prácticamente presente en todo el mundo, incluso en las más lejanas regiones amazónicas.

Referencias consultadas

Cordero del Campillo, Miguel, “Las grandes epidemias en la América colonial”, Archivos de Zootecnia, vol. 50, núm. 192, 2001, pp. 597-612.

“El mito de la epidemia sexual que Colón propagó en Europa tras volver a América”, abc, Madrid, 29/febrero/2016 [https://www.abc.es/historia/abci-mito-epidemia-sexual-colon-propago-europa-tras-volver-america-201511251604_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F].

Le Roy Ladurie, Emmanuel, “Un concepto: la integración microbiana del mundo (siglos xiv al xvii)”, Historias, núm. 21, 1988, pp. 33-70.

García Cáceres, Uriel, “La implantación de la viruela en los Andes, la historia de un holocausto”, Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública, vol. 20, núm. 1, 2003, pp. 41-50.

Hausberger, Bernard, Historia mínima de la globalización temprana, México, El Colegio de México, 2018.

Malvido, Elsa, “La epidemiología, una propuesta para explicar la despoblación americana”, Revista de Indias, vol. 63, núm. 227, 2003, pp. 65-78.

Organización Mundial de la Salud (OMS), “epidemias mundiales e impacto del cólera”, [https://www.who.int/topics/cholera/impact/es/].

Sánchez-David, Carlos E., “La muerte negra. El avance de la peste”, Revista Med., vol. 16, núm. 1, 2008, pp. 133-135.


 

OMAR FABIÁN GONZÁLEZ SALINAS

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