El día que decidí cambiar la intención por resiliencia

Escrito por ROCÍO DEL CARMEN LUNA URDAIBAY. Facultad Popular de Bellas Artes, UMSNH.
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Edificio de hormigón negro y amarillo. Gerrit Vermeulen, tomado de https://unsplash.com/photos/AETe6TuEBck

En algún momento aprendí que las cosas se logran con intención, poniendo todo el empeño en ello y trabajando arduamente para alcanzar tus metas. Tengo 45 años y sé que al menos desde los siete, ya tenía esa idea. Hoy me miro y puedo constatar muchos de mis éxitos. Ciertamente esa actitud me permitió tener un trabajo estable, grados académicos, una hermosa casa, una familia cohesionada, reconocimiento como artista; y soy feliz, soy muy feliz, pero… también me siento sobrecargada… Duermo poco, me olvido de tomar agua, estoy permanentemente apurada por lograr quién sabe que cosa que parece estar delante de mí todo el tiempo. Los tiempos de pandemia y encierro me han obligado a parar mi ritmo de vida. Me sentaron, literalmente me sentaron y los estoy aprovechando como una oportunidad para sentirme a mí misma y reflexionar.

Ya mucha gente me decía “¿Cómo haces todo lo que haces?”. Y siempre entendí esta frase como un cumplido. Terminé mi maestría estando embarazada, y con mi primer bebé de dos meses conduje una obra artística de cuatro sopranos, tres instalaciones inmersivas y cinco bailarinas solistas. En mi segundo embarazo, con una barriga de 19.5kg, viajé a Europa a los siete días de haber presentado mi tesis de doctorado…. Y cuando miro atrás me digo, eso es maravilloso, pero ¡No, no, no!, ¡No lo volvería a hacer! Quiero sentir la paz y la tranquilidad de la resiliencia, dejar los roles protagónicos y sentarme a ver correr el mundo de vez en cuando.

La intención invade mi cuerpo. Hace no más de una semana me dijo mi terapeuta que podía parar nuestra sesión para ir a tomar agua, y me puse a llorar. Es como si su permiso me indicara que lo valgo, que puedo detenerme. También muchos me habían dicho que la búsqueda de la perfección es agotadora, desgastante e inalcanzable. Pero recién hoy me di cuenta de que mi problema no es querer ser perfecta. Me reconozco imperfecta. Eso es un gran alivio, pero la piedra angular que me está quebrando las costillas es la intención.

In-tención, en-tensión…. así me siento. Me doy cuenta de que mis actos están condicionados, hago, y hago mucho para obtener un fin, para alcanzar algo. Me tenso, los músculos de mi cuello se endurecen; hay compresión en los hombros, en la mandíbula. Mi vida está puesta en el hacer y he dejado el Ser a un lado. Quería escribir en el suplemento de Voces de las mujeres nicolitas y había intentado varías páginas un par de veces, no se sentía bien ¿por qué quería escribir? ¿por atender la invitación a las universitarias? ¿por contribuir a un espacio de mujeres y abonar a la equidad de género? ¿por obtener puntos en publicaciones? ¿por manifestar mi punto de vista? ¿por dar a conocer la danza en los medios universitarios? El impulso de la acción otra vez condicionado… como pueden ver.

Hoy, mientras me bañaba, pensé diferente. Siempre pienso, pienso mucho, mi cerebro tiene demasiadas revoluciones. Pareciera que nunca para, incluso en la noche me despiertan mis pensamientos. Pero ahora pensé diferente. Me descubrí con esto que ahora escribo, ya no en la tarea pendiente de los hijos, o en subir las calificaciones al SIIA, o en arreglar la manguera del patio, o en el nuevo proyecto creativo, o en la publicación del libro. Pensé en el bienestar que me produce pensar sin prisa, sin ir hacia adelante. Es como sumergirse en aguas espesas, en un baño tibio y reconfortante.

La intención que me está llevando a pensar adelante, me dice, inconscientemente, que no todo está bien. La idea constante de mejorar me enfoca en resolver, me impulsa a ser mejor, pero ¿no es mejor Ser?... ¿Tiene sentido para ti?..… Para mí lo tiene y ¡mucho!

Luego me pregunté: ¿qué es lo que uno pone si no es intención? Como les comenté, no conozco en realidad otras maneras, será ¿contención? con-tensión tampoco suena muy bueno. Y me invaden las carcajadas al descubrir mi tren de pensamiento montado en los rieles del hacer. No retengo, no contengo, no tenso; entonces libero, me libero, suelto la in-tensión y me sumerjo en el flujo de la vida.

Esto último que les comparto tiene que ver con un proceso profundo que llevo tiempo trabajando. Aunque me dedico a la danza contemporánea y por las características de mi labor, constantemente conecto con el sentir, con mi mundo interior, mis pulsiones y mi corporalidad completa, es gracias a la respiración transformacional que he podido detectar que estar en contacto con una misma, no implica necesariamente que te permitas Ser. Mi personalidad controladora me conduce a autoanalizarme y replantearme a mí misma constantemente, y de pronto me juzgo duramente.

El trabajo de respiración me ha permitido sentir que el aire que nos rodea nos atraviesa, literalmente en el medio del cuerpo, y que la apertura y libertad con la que fluye dentro y fuera de nosotros se relaciona directamente con la apertura y libertad con la que recibimos y nos damos a la vida. Puedo hacer por estar y no por deber, esta idea me cambia totalmente la perspectiva. Lo más interesante es que no cambian tanto las acciones en sí, ni el tiempo que me tomo para desarrollarlas, lo que cambia es la disposición. Así, si estoy jugando con mi hija, me doy la oportunidad de sumergirme en el juego sin sentir que me falta mucho por hacer luego. Me sumerjo en el presente, y soy.

Es increíble que la danza me haya dado ese regalo todo el tiempo. Al danzar soy y me conecto con el todo y con todos, de eso se trata convertirse en danza, pero el ejercicio de la vida diaria nos envuelve en una dinámica que suele sacarnos de nosotros mismos. Como creadora e investigadora, docente universitaria de danza, siento una gran responsabilidad con mi trabajo. Amo lo que hago, tengo deseo de impulsar mi carrera, el reconocimiento de la danza contemporánea como profesión, pero, ahora con más claridad, sé que quiero hacerlo desde la resiliencia, como trayecto gozoso para mí y para los otros, uno que me permite Ser y estar en paz. Cambio el poder de la in-tensión por el del flujo de la vida en el que me entrego con una dirección. Así es que hoy decidí escribir estas confesiones, no por un deber, sino porque quiero compartir contigo. Espero que mi experiencia de algún modo te sirva.


 

ROCÍO DEL CARMEN LUNA URDAIBAY

Facultad Popular de Bellas Artes

Cuerpo Académico de Artes Escénicas

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

LUCÍA CASTILLO
¡Felicidad es! Excelente manifestación de sentires y de experiencias. Gracias por compartir las maravillas de la Respiración Transformaciona l, práctica que ocasiona magia en las personas, al tiempo que sana y aterriza. Gracias de nuevo por compartir. Abrazo.
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Lila Ávila
Hermosas palabras Rocío!! Me dejaste reflexionando lol
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Claudia Fragoso Susunaga
Felicidades! Qué buena reflexión.
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