Pablo Neruda en Morelia
Edición Conmemorativa en el primer Centenario de
Veinte poemas de amor y una canción desesperada
Antología e Introducción, Rafael Calderón
EDICIÓN NO VENAL
CENTZONTLI Pájaro de cuatrocientas voces
COORDINADORES: Sergio J. Monreal y Rafael Calderón
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
1ra. Edición
Por el concepto editorial: Rafael Calderón
Portada y formación: Verónica Frutos y Giovanni Hernández Genchi
Cuidado y coordinación editorial: Aurora Molina, Sergio J. Monreal y Rafael Calderón
ISBN: 978-607-542-299-2
Un legado que perdura
Dra. Yarabí ÁVila González
Rectora de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
A cien años de la publicación de una de las obras literarias más importantes del siglo XX: Veinte poemas de amor y una canción desesperada, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo se enorgullece de presentar esta compilación y análisis de discursos y poemas que hace más de ochenta años fueron escuchados por aquellos jóvenes entusiastas en el Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo, durante las tertulias morelianas que el autor compartió con colegas y amistades.
Pablo Neruda, el gigante de las letras latinoamericanas, dejó una huella imborrable en Morelia; su especial visita en 1943, para recibir el grado Doctor Honoris Causa otorgado por nuestra Máxima Casa de Estudios, fue un momento estelar que sin duda marcó un antes y un después en la vida y la historia universitaria, intelectual y cultural de la ciudad, con la lectura de su valioso discurso Mis gloriosos laureles, que se presenta aquí, con el título “Discurso de Michoacán”.
Contaba nuestro cronista moreliano, don Carlos Arenas, que alguna vez, nuestro poeta José Luis Farfán dijo que Morelia había encantado a los grandes de la poesía, y refirió a tres de ellos: a Pedro Garfías, a Pablo Neruda y a Porfirio Barba Jacob. Y narraba el cronista, cómo Farfán, a través de su exquisita prosa descriptiva nos situaba del brazo con aquellos gloriosos vates, remirando las arcadas de las Rosas, los fresnos del antiguo bosque de San Pedro, ya escuchando el rasgueo de una guitarra en alguna mal alumbrada plazuela o el murmullo de la fuente en el florido jardín.
Con respecto a Neruda, don Carlos Arenas afirmaba que se conservaban… o se conservan fotografías, en las que aparecían, al lado del poeta chileno, aquellos inquietos jóvenes que gustaban de las letras; algunos de ellos, preparatorianos aún; otros, ya de más edad, pero todos ellos, descendientes de la tradición Nicolaita. Nunca podremos imaginar el impacto tan profundo que pudieron tener los versos de Neruda en aquella generación –hablamos de los años cuarenta– que vivía en una edad de tragedia, bajo la sombra de una guerra mundial, del fanatismo fascista, de la persecución y del holocausto.
Neruda escribió sus 20 poemas de amor cuando aún era muy joven; había renunciado a la estricta elocuencia de sus antecesores, de los posmodernistas. Sus versos tenían frescura, sencillez, transparencia. Nada se ocultaba tras su metáfora. Veinte poemas de amor, era el nuevo Azul de la poesía hispanoamericana. Y debieron estallar en ánimo los nuevos poetas de aquella Morelia que ya se vestía de provincia más urbana y por lo tanto, más cosmopolita. Debieron estallar sus corazones al ver aquel tan admirado rapsoda de los nuevos tiempos, pronunciando su famoso discurso del 17 de agosto de 1943.
¿Y quiénes conformaban aquella generación de jóvenes dispuestos a renovar la poesía recibida por sus maestros? Sus nombres nos dicen mucho sobre la poesía en nuestro Estado y en nuestra Nación. Epigmenio Avilés, Ramón Martínez Ocaranza, José Luis Farfán, Luis Mora Serrato, Enrique González Vázquez, Luis M. Campos, Ezequiel Calderón y toda una pléyade a la que pertenecen otras plumas además de las mencionadas. Por eso, Neruda se siente conmovido y admirado al pisar el Recinto sagrado, como él llama a la Universidad; era un hombre de casi cuarenta años frente a la juventud michoacana, ansiosa por aprender, por leer y por escribir. Otras cosas me hicieron amar a Michoacán, dijo Neruda al referirse a los héroes antiguos y a esa juventud michoacana empapada con un soplo de rebeldía, de independencia y de libertad.
Esta obra pretende ser un homenaje al escritor que encontró belleza e inspiración en la cantera rosada y las aulas nicolaitas, un recordatorio de que la cultura es un bien común que debemos proteger y promover, una invitación a celebrar y mantener viva la memoria y la voz apasionada, reflexiva, comprometida y firme del gran poeta que dejó un legado para las generaciones universitarias del pasado, el presente y el futuro.
Como rectora de esta institución y en el marco de su 107 aniversario de fundación, me complace compartir este viaje en el tiempo que nos permite conocer una etapa de la vida de Pablo Neruda, donde la capital michoacana y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo son clave para comprender su andar por México.