Resiliencia hospitalaria ante el sismo del 23 de junio de 2020 (Mw7.5) y la pandemia COVID-19 en México

Escrito por JORGE RUIZ GARCÍA, Facultad de Ingeniería Civil, UMSNH
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Colección: Las capturas de Tai. Tomada de: https://unsplash.com/photos/Lhb-zwQ-QGI

"Fue tan recio que no sólo se cayeron muchas casas, sino que los montes y

sierras en muchas partes se desmoronaron y deshicieron."

Códice Aubin (1576-1607). 

México es uno de los países con mayor actividad sísmica en el mundo. Dicha actividad se atribuye, principalmente, al movimiento e interacción de las placas de Cocos y Norteamérica, que da origen a temblores tanto de subducción, como el ocurrido el 19 de septiembre de 1985 frente a las costas de Michoacán, como intraplaca, siendo el temblor del 19 de septiembre de 2017 con epicentro entre los estados de Puebla y Morelos de este tipo.

No obstante que los temblores del 19 de septiembre de 1985 y 2017 tuvieron una magnitud Mw diferente (es decir, la magnitud de momento Mw es una medida de la energía liberada en la zona donde se originan un temblor) de 8.0 y 7.1, respectivamente, ambos temblores han sido los que han causado mayor número de personas fallecidas y lesionadas, así como mayores pérdidas materiales y económicas en la historia sísmica de México. La Ciudad de México y los estados donde se ubica el epicentro, o cercanos a él, tales como Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Chiapas y Colima, son las entidades que sufren mayores afectaciones a consecuencia de la actividad sísmica en México. 

Muy recientemente, el martes 23 de junio de 2020, a las 10:29 am (hora del centro) ocurrió un fuerte temblor de Mw7.5 frente a las costas de Oaxaca, aproximadamente a 38km de Santa María Huatulco. Posterior al temblor, se ha informado que hay 21 personas lesionadas y 10 personas fallecidas, así como cientos de edificaciones con algún tipo de daño, principalmente en los estados de Oaxaca, Estado de México, Veracruz y la Ciudad de México. Cabe notar que este evento sísmico importante coincidió con la pandemia mundial del virus COVID-19, comúnmente llamado Coronavirus, que en México había ocasionado el fallecimiento de 22,589 mexicanos de acuerdo con el reporte de la Secretaria de Salud la noche anterior al temblor. Al momento del temblor se encontraban internados miles de mexicanos por complicaciones de COVID-19 y otras complicaciones de salud, en hospitales ubicados en las zonas de mayor afectación por el temblor. Es decir, en unos minutos se puso a prueba la resiliencia del sistema hospitalario de varias entidades ante la incidencia de un evento sísmico en un estado de ocupación elevado para atender a los afectados por complicaciones de salud, como las provocadas por el COVID-19.

Con fines de ingeniería, los hospitales se consideran construcciones esenciales y deben diseñarse estructuralmente para permanecer en operación ante la incidencia de eventos sísmicos. Por ello es pertinente revisar la respuesta del sistema hospitalario dado que este hecho insólito puede ocurrir en otras entidades con alta actividad sísmica, como Michoacán, ante la incertidumbre del fin, o al menos el control, de la pandemia en México, en los próximos meses.

Al momento del temblor, seis hospitales en el estado de Oaxaca atendían pacientes con complicaciones derivadas del COVID-19 los cuales son: el Hospital Regional de Especialidades, el General de Pochutla, los Generales de Puerto Escondido y Pinotepa Nacional, el Hospital de la Niñez y el Hospital General Subzona de Medicina Familiar 41, en Santa Cruz Huatulco. De acuerdo con fuentes periodísticas consultadas por el autor, los hospitales fueron evacuados parcialmente después del temblor y fueron inspeccionados para evaluar su estado estructural. Con base en inspecciones preliminares, cinco hospitales pudieron continuar en operación dado que no exhibieron daño del tipo estructural visible y únicamente el hospital ubicado en Santa María Huatulco, muy cerca del epicentro del temblor, fue clausurado con la intención de llevar a cabo una evaluación detallada de su estado estructural.

Cabe mencionar que el único reporte de daño estructural grave en un edificio de salud corresponde a la Unidad Médica del municipio de San Juan Ozolotepec, Oaxaca, la cual no atendía a pacientes con COVID-19. 

Por otra parte las autoridades estatales de Protección Civil de Veracruz informaron que se detectaron daños ligeros, como fisuras en muros y caída de objetos, en el Hospital de Isla, el Hospital de Tlapacoyan y la Unidad Médica de Alta Especialidad en el puerto de Veracruz. Sin embargo, los tres hospitales continuaron en operación después del temblor. Un informe de daño similar se publicó para el Hospital “Rafael Barba Ocampo”, en la ciudad de Cuautla, Morelos y en los hospitales General de Chalco y Regional de Oriente de Ecatepec, en el Estado de México, los cuales también continuaron en operación después del temblor. Asimismo, no se informó de ningún tipo de daño estructural en los hospitales ubicados en la Ciudad de México y Puebla.

Una mención especial merece la respuesta del personal médico y enfermería que atendía a los pacientes, ya sea por COVID-19 u otra afectación a la salud, en los hospitales que fueron expuestos a las ondas sísmicas liberadas durante el temblor del 23 de junio. Una nota periodística da cuenta del testimonio en el Hospital Juárez de la Ciudad de México donde médicos, enfermeras, camilleros, afanadores, residentes, ingenieros, entre otros, siguieron el protocolo de protección civil cuando sonó la alarma sísmica que requiere que el personal se repliegue a muros estructurales previamente señalizados, sin evacuar y dejar a los pacientes en cama. Inclusive, una cirugía mayor iniciada una hora antes del temblor continúo atendiendo la indicación “Señores a seguirle: a operar, a operar y a operar. Nadie puede salir huyendo” del médico oncólogo a cargo de la operación. Es oportuno mencionar que los edificios que conforman el Hospital Juárez, reinaugurado en 1989 después de que los edificios que albergaban al hospital original fueron severamente dañados y demolidos a consecuencia del temblor del 19 de septiembre de 1985, cuentan con instalaciones que aseguran el funcionamiento del equipo médico, como bombas inteligentes y anclaje adecuado del instrumental médico. Otra nota periodística relata que 9 enfermeras asignadas al área de pacientes con COVID-19 en el cuarto piso del Hospital General Regional 220, del IMSS, en Toluca permanecieron en su lugar de trabajo a pesar de tener la opción de evacuar el edificio durante el temblor, “No podíamos dejar solos a nuestros pacientes” fue el testimonio de una de las enfermeras.

Con base en la información disponible, puede decirse que la resiliencia sísmica de los hospitales que atienden pacientes con complicaciones de salud derivadas por el virus COVID-19 fue, en términos generales, satisfactoria dado que sólo el Hospital General Subzona, en Santa Cruz, Huatulco, tuvo que interrumpir su operación. Sin embargo, dado que los temblores no pueden predecirse en tiempo y ubicación, es importante verificar que los hospitales, particularmente aquellos atendiendo a pacientes con COVID-19, ubicados en otros estados con alta actividad sísmica, como Michoacán, cuenten con las medidas y la capacitación de los protocolos ante sismo, así como de una evaluación estructural previa que garantice la continua operación aún ante la incidencia de un temblor de magnitud importante.


 

JORGE RUIZ GARCÍA

Facultad de Ingeniería Civil

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

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