Las extinciones masivas, el fin del mundo, el sars-cov-2 y la vida sigue…

Escrito por PEDRO CORONA CHÁVEZ. Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Tierra, UMSNH
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Crested gecko (Correlophus ciliatus) eye. Crédito: Macroscopic Solutions. Attribution-NonCommercial 4.0 International (CC BY-NC 4.0). Tomada de: https://wellcomecollection.org/works/d7v4zxk4

No teman que el mundo

se pueda terminar hoy,

en Australia ya es mañana…

CHARLES M. SCHULZ 

A propósito de las pandemias históricas bien documentadas, como la “gripe española” de 1918, “gracias” a los medios masivos de comunicación, el sars-cov-2 se vive hoy en directo y en tiempo real. Todos a cuidarnos con instrucciones precisas y, al mismo tiempo, a vivir con ansia y miedo día con día, sumando las estadísticas, como en espera del fin del mundo.

Hablar del fin del mundo nos lleva a pensar de manera espontánea en una catástrofe o bien en alguna calamidad espantosa, algo así como si todos esperáramos que, si esto sucediera, sería repentino y después solo quedaría la nada. Es posible que por esta razón, a través de la historia de la humanidad, muchas instituciones y autoridades han usado la percepción del “fin del mundo” para amenazar y someter a través del miedo al ser humano. Sentencia maniqueísta, condena moral por tratar mal al mundo, por haber abandonado la redención de otra vida al final de la vida. Permanece un cierto placer perverso por el drama y el reconocimiento “consciente” del sentimiento de culpa.

Al parecer, la percepción media e inmediata del fin del mundo se refiere a un cierto gusto por fomentar una gran cantidad de mitos, leyendas y profecías astrológicas o del protagonismo de astutos mercaderes del milenarismo. Desde las historias de Jacob Zimmerman en 1674, de Nostradamus, hasta la más reciente y falsa interpretación del calendario maya del 21 de diciembre de 2012. Profecías capaces de señalar tiempos precisos de un espectacular y emocionante final.

Y a todo esto: ¿Qué podría decir la ciencia acerca del fin del mundo? Aunque naturalmente queda mucho por descubrir acerca del motivo del ser y estar en la Tierra como un sistema in-finito, solo está claro que lo que ocurre hoy ya ha sucedido alguna vez. La historia geológica nos revela la recurrencia de los procesos físicos, químicos, biológicos, y más...

La ineluctable repetición de los procesos naturales en la historia de la Tierra nos propone un significado real del fin del mundo para todos y cada uno de los seres vivos –no importa si ahora somos casi 8 millardos de humanos–, en términos de la extinción de especies, géneros o familias de organismos.

Los fósiles representan el registro de lo que queda de la vida que ya no está. Por ejemplo, los dinosaurios ya no están y son la mejor evidencia mediática de la extinción masiva del Cretácico-Terciario, hace 65 millones de años, cuando alrededor del 75% de la vida sobre la Tierra se extinguió, desapareciendo plantas, insectos, peces y muchas otras especies, no solo los saurios. De hecho, a partir del Cámbrico, periodo geológico que da inicio a la vida multicelular hace alrededor de 570 millones de años, se han registrado al menos cinco procesos de extinción masiva: durante el Ordovícico-Silúrico; Devónico-Carbonífero, Pérmico-Triásico, Triásico-Jurásico y Cretácico-Terciario, es decir hace 444, 360, 251, 210 y 65 millones de años respectivamente. En cada uno de estos periodos de extinción desaparecieron en su momento al menos dos terceras partes de las especies vivas; incluso durante la extinción masiva del Pérmico, se estima que desapareció alrededor del 92% de la vida sobre la superficie de la Tierra, es decir, por un pelo la vida se esfumaba.

La gira luna, al mismo tiempo se sabe que súbitamente después de cada extinción masiva sucede que no solo se recupera gradualmente la vida, siempre se diversifica, en un proceso de eclosión aparentemente irreversible. En consecuencia, podríamos manifestar que las crisis biológicas, la extinción o el “fin del mundo” de muchas especies, no solo significa de manera inexorable la sucesiva aparición de otras especies, también ha dado lugar en forma sistemática a una sucesión y diversificación de la vida en la Tierra.

Las interpretaciones geológicas de los recurrentes procesos de extinción masiva no son todavía muy claros. Se habla de un reajuste tectónico de litorales, desaparición de plataformas marinas, de impacto de meteoritos, de una super-actividad magmática o super-volcanes, pero en todo caso son procesos que han ocurrido y ocurrirán en la historia de la Tierra. De hecho, basado en una tasa de extinción anómala de vertebrados, se ha planteado actualmente que la sexta extinción masiva estaría en proceso (Ceballos et al. Science Advances, 19 junio 2015).

En suma, la ciencia nos indica que la extinción masiva de los organismos o su individual significado del fin del mundo, representa un proceso natural que habría sucedido y sucederá, incluyendo la inexorable explosión posterior de la diversidad de la vida. Somos los hijos del fin del mundo de los que ya no están, como seremos ancestros de los que vendrán. Entonces, en tiempos de pandemia, de crisis biológica, ¿por qué tendría que ser diferente? Ya: la diferencia puede ser el miedo y el ansia de vivirlo en directo y a través de la voz de otros. 

Referencia:

Gerardo Ceballos, Paul R. Ehrlich, Anthony D. Barnosky, Andrés García, Robert M. Pringle y Todd M. Palmer. “Accelerated modern human–induced species losses: Entering the sixth mass extinction”. Science Advances. 19 Jun 2015: Vol. 1, no. 5, e1400253. DOI: 10.1126/sciadv.1400253

 

 

PEDRO CORONA CHÁVEZ

Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Tierra

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

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