La enseñanza en tiempos de la cuarentena (1/2)

Escrito por HORACIO CANO CAMACHO. Departamento de Comunicación de la Ciencia, CIC-UMSNH
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Woman in Red T-shirt Looking at Her Laptop. Fotografía de Andrea Piacquadio, tomada de https://www.pexels.com/photo/woman-in-red-t-shirt-looking-at-her-laptop-3755761/

Estamos atravesando por una circunstancia inusitada en las escuelas de todos los niveles y de buena parte del mundo y me refiero a cambiar nuestras prácticas docentes y de aprendizaje, no de manera planificada y luego de sesudos análisis de los expertos, sino obligados por la emergencia sanitaria y un poco a trompicones.

Yo quiero platicar mi experiencia personal, por si sirve de algo.

La verdad es que yo pensaba, a primera vista, que sería un proceso sencillo cuando las autoridades nos comunicaron la suspensión de las clases presenciales y su sustitución con algunos recursos de la tecnología. Bueno, pensé, tengo conexión a internet, tengo un equipo de cómputo adecuado, software idóneo y las plataformas que puso a nuestra disposición la institución son sencillas y las redes están llenas de explicaciones de cómo usarlas… listo, a trabajar.

Sin embargo, no todo fue tan sencillo. Primero, yo necesité un proceso de reconversión: una “clase” en línea no es lo mismo que una presencial, en esta puedo extenderme, hacer muchos comentarios, poner ejemplos, hacer comentarios al calce. Pero en línea tengo varias limitaciones. Primero, aunque las plataformas que la universidad dispuso para nosotros son muy buenas y sencillas, están limitadas por la calidad de internet, por la capacidad de las computadoras o de los dispositivos para conectarnos, espacio, ancho de banda, y un muy largo etcétera. Yo utilizo muchas imágenes, videos, animaciones y efectos de texto en mis presentaciones, de igual manera hago pausas dentro de la clase normal para recuperar la atención de los estudiantes, que luego de 15 a 20 minutos comienza a perderse. Mis clases “tradicionales”, difícilmente caben en línea. Así que debo crear material nuevo.

Bien, ahora vamos a ver cómo me ha ido. Yo doy dos cursos este semestre, uno en el doctorado institucional en ciencias biológicas y otro en la licenciatura en biología. Para trabajar con ellos, y luego de una reflexión sobre las condiciones mías y de los estudiantes, diseñé un curso con varias características que ahora describo brevemente. Primero, aprendí a grabar mis clases narrando las presentaciones. Para ello decidí prescindir de mucha información, con la finalidad de producir una charla de máximo 30 minutos. Para compartirla abrí una carpeta en la nube en dos plataformas distintas. En esta carpeta voy subiendo, semana a semana, la presentación en PDF, la presentación narrada, un cuestionario de autoevaluación y diversos artículos de cada tema, además de algunos libros electrónicos y suscribí a cada uno de los estudiantes para su acceso. La idea de las plataformas en la nube es que los estudiantes descarguen este material con tiempo, lo puedan mirar en línea o lo bajen a pesar de lo modesto de sus equipos cuando sus conexiones se los permitan y un poco a su ritmo.

La finalidad es que los estudiantes tengan la posibilidad de tomar la clase, leer y ampliar los temas con tiempo e ir generando dudas y comentarios que revisaríamos en una reunión virtual en alguna de las plataformas que nos abrió la universidad. Con esto, la reunión virtual puede ser más ágil, no consumir tantos recursos, darse en el horario “normal” de clase, y a mí me permite ir midiendo el aprovechamiento. Por supuesto hay tareas (ligeras) y cuestionarios que me van enviando por correo. Adicionalmente abrimos un chat por teléfono (que prácticamente todos tienen) y el correo electrónico. Estas dos plataformas nos mantienen en contacto permanente para resolver dudas, corregir algunas cosas que van saliendo y también conocer la situación de los propios estudiantes. La cosa es no sobrecargar de trabajo a los estudiantes, considerando que, como yo, seguro ellos están angustiados, no es la única materia que llevan (en Biología llevan hasta cinco) y de manera fundamental, hay una diversidad de capacidades de acceso a equipo de cómputo, experiencia, conectividad y muchos factores más, puesto que no hubo preparación previa.

Hasta aquí todo es miel sobre hojuelas… Vamos con la licenciatura. Mi contacto con ellos por teléfono me permitió entender varias cosas. No es lo mismo estar en Morelia o una ciudad cualquiera que en las zonas rurales y en ciertas regiones. Muchos estudiantes no tienen acceso a internet en sus casas o zonas cercanas, no tienen equipo de cómputo o este es muy modesto y varios deben asistir a un café-internet para consultar y esto tienen un costo, suelen estar muy mal equipados (en estas regiones) y cuando les estamos pidiendo quedarse en casa, los obligamos a salir, incluso a otras comunidades donde existe el servicio, con todo el riesgo que esto implica.

Otros estudiantes, al regresar a sus casas, deben incorporarse a la dinámica doméstica, que en muchos casos no favorece el estudio, incluso opera en contra. También tengo alumnos y alumnas que deben pagar cada cosa que mandan, el teléfono (datos) y otros me han contado cosas muy complejas en sus pueblos.

Por supuesto que hay diferencias entre doctorado y licenciatura y si bien estoy pensando ampliar el tema en un artículo posterior, debo decir que con estos últimos ha sido muy sencillo, aun cuando varios están fuera de Morelia. Ellos han acogido muy bien el modelo, leen el material (para esto fueron entrenados), miran la clase y en la reunión virtual semanal las cosas se dan bien –aun con las frecuentes fallas de internet–, en general las reuniones son muy fluidas, participan, discuten y opinan mucho y bien.

Pero como lo dije, los alumnos de doctorado han pasado por un largo proceso de entrenamiento en el autoestudio, la generación de preguntas, la investigación documental y les resulta muy sencillo buscar materiales, ampliar el aprendizaje por su cuenta y no tienen dificultades para comprender el material que les mando y el que ellos mismos consiguen sobre cada tema.

Con los chicos de licenciatura las cosas son más complicadas, con sus muchas excepciones, por suerte. A pesar de que les mando material de consulta (artículos y libros), muchos de los cuestionarios son una obra de cortar y pegar (de Wikipedia, sobre todo). Las carpetas virtuales me avisan quién se conecta y baja material, de esa manera sé que muchos no han consultado el material que les mando. Por ejemplo, los libros los he compartido en ePub y apenas hace unos días algunos me han dicho que no se pueden abrir, a pesar de que les di instrucciones para bajar un lector de epubs a sus equipos y pocos me preguntan sus dudas.

El estrés y la incertidumbre que todos estamos pasando es aún mayor en los jóvenes, que nunca se inscribieron en una carrera en línea, que tienen muchas dificultades para buscar información y gestionarla, porque nunca fueron entrenados para ello. La mayoría de los estudiantes de licenciatura requieren una guía precisa de cada paso y si yo doy por sentado algo, seguro me equivocaré. Por ejemplo, en uno de los cuestionarios que les pedí resolver para hoy, va una pregunta muy específica, cuya explicación narrada olvidé “subir” a la carpeta. No es grave, pensé yo. En los artículos hay información suficiente para responderla. La verdad es que muy pocos tuvieron la iniciativa de buscar material adicional sobre esa pregunta o leer el material que les envié.

Aquí quiero terminar la primera parte de esta experiencia. En un artículo posterior trataré de verter mi reflexión sobre la forma en que enseñamos y aprendemos. Esto puede aportar algo sobre el modelo educativo que tenemos, que no favorece la gestión del aprendizaje de los alumnos y a los profesores nos tiene en una actitud muy cómoda repitiendo año con año un discurso muy bien aprendido. Es importante cambiar y hacerlo rápido, porque estas contingencias se harán muy cotidianas, en muchas maneras.

 

 

HORACIO CANO CAMACHO

Departamento de Comunicación de la Ciencia,

Coordinación de la Investigación Científica

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo 

Angélica María García Aguilar
Gracias a esta necesidad forzosa de buscar formas para continuar con el aprendizaje es que nos damos cuenta de la gran carencia que implica en sí mismo el proceso de enseñanza-aprendizaje en nuestro país. En mucho tiene que ver por supuesto el nivel académico del que estemos hablando, además de las limitaciones tecnológicas que cada quien tenga en sus respectivos hogares, pero una gran realidad es que la mayoría de docentes no poseen las habilidades necesarias para llevar a cabo la enseñanza virtual, así mismo el alumnado carece del entrenamiento para un buen autoaprendizaje . Pienso que de toda crisis se aprenden cosas nuevas de las que resultan cambios muy buenos, entonces si este es el principal problema identificado es donde debe empezar a trabajarse para obtener posibles soluciones que beneficien a todos por igual. Me resulta de mucho interés el tema tocado en este artículo, espero que para futuras generaciones la educación a distancia sea mucho más efectiva que ahora.
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RICARDO ALVARADO RANGEL
Considero que la tecnología ha sido de mucho apoyo en este tiempo, donde es muy importante el distanciamiento social. Las diferentes plataformas, aplicaciones, etc. Nos han ayudado a mantener el contacto con nuestros familiares, amigos, compañeros de la escuela. Además, han sido fundamentales para continuar la educación a distancia. Es cierto qué tenemos retos con respecto a esta forma de enseñanza, como la cobertura a Internet, la disponibilidad de las tecnologías de la información por parte de la comunidad estudiantil, el método de enseñanza. De manera en qué la comunidad estudiantil así como los catedráticos en conjunto podamos simplificar la enseñanza, modificar la forma tradicional de aprendizaje y continuar con los programas establecidos por cada escuela. Debemos encontrar nuevas formas de enseñanza, aprendizaje que nos permitan el crecimiento y desarrollo de los estudiantes, para su formación como profesionales y que den paso a nuevos métodos de enseñanza y aprendizaje.
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