Child at School. Fotografía de Wokandapix vía Wunderstock, tomada de: https://wunderstock.com/photo/child-at-school_O1pzBjFbvgwC
Como consecuencia de la revolución industrial, el Estado se hizo cargo de la educación de los niños y niñas en los países industrializados. Ese encargo se ha ido hegemonizando cada vez más por encima de la educación proporcionada en casa, por lo que la participación de los padres y madres en las escuelas se ha ido limitando, e incluso el espacio escolar se ha venido convirtiendo en una especie de “guardería” donde los chicos se quedan mientras papá y mamá trabajan.
En este contexto educativo, la situación actual de pandemia de la COVID-19 que ahora vivimos en nuestro país y muchos países del mundo, y que nos obliga a permanecer en casa como medida de prevención para evitar los contagios masivos, muchas de las actividades que se venían realizando de manera convencional en la sociedad han cambiado, y la educación institucionalizada en las escuelas no ha estado exenta de estos cambios. Ahora, no son más los maestros y maestras que impartían clase en sus aulas los únicos que están participando en la educación académica de nuestra niñez y juventud, sino que ahora los padres y madres se han constituido también en figuras docentes, probablemente modificando con ello los roles que de manera tradicional se habían asignado al profesorado.
En consecuencia… ¿qué implicaciones está teniendo el hecho de que papá y mamá se conviertan en maestros y maestras de sus hijos?, ¿hasta dónde el hecho de trabajar con las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (llamadas TIC), para el apoyo educativo en casa están poniendo a prueba a generaciones nativas y no nativas tecnológicamente hablando?
La respuesta a estas preguntas indudablemente nos confronta con dos hechos fundamentales: por un lado, el rol de enseñante, tradicionalmente asignado a los profesores y profesoras en las instituciones escolares; y por otro, la no supremacía de los adultos ante el manejo de herramientas tecnológicas, de las cuales -en la mayoría de los casos- no se tiene la habilidad para hacerlo. Es decir, ahora los adultos enseñantes, en este caso, los padres y madres, no son los y las poseedoras absolutas del saber. Actualmente este saber se tiene que compartir con el que aprende académicamente, porque curiosamente es el que conoce y maneja hábilmente las herramientas tecnológicas que necesitamos para apoyar la enseñanza y el aprendizaje. Por ende, la figura del que enseña ha cambiado, pero la figura del que aprende también.
Este panorama puede ser similar al que se presenta en la educación virtual que muchos profesores y profesoras hemos tenido que realizar, donde se cuenta con el saber técnico de una asignatura, pero tal vez no con el saber de las herramientas tecnológicas para poder trasmitirlo.
Hoy, parece que la participación de los padres y madres en el proceso educativo de sus hijas e hijos desde el hogar ha trastocado la manera tradicional de la figura del profesor en las escuelas, y la manera en que ésta venía funcionando (como institución designada por el gobierno para hacerlo), porque pone de manifiesto la importancia de que los padres y madres se involucren de manera más continua y sistemática en el aprendizaje de sus hijos e hijas. Y al mismo tiempo, ha planteado la necesidad de reflexionar sobre el rol tradicional del profesor en el aula como el único que enseña, así como el rol del alumno, quien no puede concebirse más como un ser pasivo que solo aprende, sino como alguien que también enseña.
Desde esta perspectiva, parece conveniente recordar que hay países como Finlandia (que ocupa uno de los primeros lugares en la calidad educativa), el cual tuve oportunidad de conocer de manera cercana al realizar una estancia académica en la Universidad de Turku como profesora visitante, donde pude observar que los padres y madres participan y se implican de manera muy cercana con los profesores y profesoras de sus hijos e hijas; no solamente en la educación en valores sino en las actividades académicas, apoyados en los programas escolares que el profesorado imparte en las escuelas, dedicando tiempo en sus hogares para lograr aprendizajes significativos en sus hijos, donde la información se convierte en conocimiento en la medida en que ésta se aplica en la resolución de problemas concretos de la vida diaria.
Por todo lo expuesto aquí, es importante pensar entonces que la pandemia a la que nos estamos enfrentando al guardar un encierro obligatorio en casa, tiene también otra cara: la de brindar la oportunidad para reflexionar sobre los roles que tradicionalmente se le han asignado a los profesores y a los estudiantes, y a la poca oportunidad que los padres y madres nos hemos dado para involucrarnos en las actividades de aprendizaje de nuestras hijas e hijos, colaborando de manera muy estrecha con los profesores y profesoras de ellos y ellas.
Representa también un tiempo de oportunidades: oportunidad para pensar en nuestra participación cooperativa en nuestra comunidad; en el aprendizaje cooperativo, más que en el competitivo; y en la más hermosa y bella oportunidad para conocer de manera más cercana a nuestros hijos e hijas, de saber cómo aprenden y de enseñarlos y enseñarlas a vincular el conocimiento que los libros y textos académicos les proporcionan con la cotidianeidad de la vida para enfrentar y resolver los retos que ésta les presente. Sobre todo, es una gran oportunidad para aprender de ellos y ellas, generando una relación simbiótica, donde el intercambio de saberes sea el denominador común en el rol de madres y padres maestros que hoy nos toca vivir.
Para saber más:
Alonso, J. (2005). Motivar en la escuela, motivar en la familia. Madrid: Morata
Da Silveira, P. (2009). Padres, maestros y políticos. Montevideo: Aguilar.
De la Cruz, M., Scheuer, N., Baudino, V., Huarte, M. F., Sola, G., & Pozo, J. I. (2002). “¿Cómo aprenden a escribir los niños? Las concepciones de padres y maestros de comunidades educativas en entornos socioculturales medios y marginados”. Estudios pedagógicos (Valdivia), (28), 7-29.
Olmedo, M., del Barrio Gándara, M. V., & Germán, M. A. S. (2000). “Valoración de padres y maestros de las emociones negativas en la adolescencia: Concordancia de fuentes y percepción de cambio”. Revista de psicología general y aplicada: Revista de la Federación Española de Asociaciones de Psicología, 53(4), 717-731.
Osorio, F. (2009). Ejercer la autoridad. Un problema de padres y maestros (Vol. 72). Noveduc Libros.
Papis, G. M., Becerril, M. T., Martínez, M. L. P., & Pérez, Y. (2008). “Necesidades de asesoramiento de acuerdo con padres y maestros de una escuela primaria”. Revista Intercontinental de Psicología y Educación, 10(1), 63-74.
Vincent, C. (2014). “Padres y maestros hacia el diálogo: una perspectiva inglesa”. Profesorado: Revista de curriculum y formación del profesorado. Vol. 18, Nº 2, pp. 35-50.
BLANCA DE LA LUZ FERNÁNDEZ HEREDIA
Facultad de Psicología
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
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