Fotografía de Markus Distelrath vía Pixabay, tomada de: https://pixabay.com/photos/corona-ibu-fake-fake-news-news-4933452/
A medida que la pandemia COVID-19 continúa propagándose, también lo hace la información, sobre todo la información errónea y la desinformación. Gran parte de nuestro conocimiento sobre la pandemia proviene de consideraciones que se fundamentan en la ciencia y la tecnología avanzada, a través de nuevos medios que nunca antes se habían probado durante un desastre de este alcance y tamaño. Debido a esto, estamos aprendiendo más cada día sobre los beneficios potenciales y las dificultades de esas tecnologías y su uso durante una emergencia global.
Tanto en México como en todo el mundo, las agencias gubernamentales y los hospitales tienen planes específicos para manejar las necesidades de salud física de la población durante una pandemia como ésta. Sin embargo, los recursos para la atención de la salud mental a menudo se ignoran o se les presta muy poca atención. Las instituciones de salud advierten que el miedo y la ansiedad en torno a una enfermedad pueden ser "abrumadores y causar emociones fuertes". Está claro que esta crisis ya está afectando la salud mental colectiva.
La búsqueda de información ante un peligro puede ser un comportamiento adaptativo. Nos permite tomar decisiones informadas sobre cómo mantenernos seguros, cómo buscar posibles rutas de escape cuando nos enfrentamos a una amenaza. La historia ha demostrado que, durante un desastre como éste, la audiencia de televisión generalmente aumenta, ya que los consumidores la usan no sólo para mantenerse informados, sino también para pasar el tiempo. Esto parece coincidir con la emergencia actual. En las últimas semanas, las compañías de medios han notado aumentos en el uso de datos de videojuegos, el uso total del televisor, la computadora y el uso de redes sociales.
Toda esta utilización de medios ha generado aumento de información sobre la pandemia, que está disponible con un solo toque de teclado o un click. Pero, mientras que la mayor parte de esta información está basada en hechos o es útil, alguna suele ser incorrecta y puede causar daño. Por ejemplo, en algunas redes sociales, se le ha llamado a la enfermedad COVID-19 como “virus asesino”, perpetuando el sentido de peligrosidad generado por la enfermedad y, por el contrario, en otras redes sociales como Twitter, es común encontrar comentarios que relacionan a la COVID-19 con una forma de influenza, lo que minimiza las serias consecuencias del virus SARS-COV 2.
Otros de los comentarios incitan a que la gente no siga protocolos como el del distanciamiento social. En parte se debe a que las redes sociales utilizan algoritmos que resaltan el contenido que genera mayor atención y no necesariamente el contenido que es verificado como correcto; este criterio de favorecer la atención por encima de la veracidad o precisión informativa puede ser parcialmente responsable de la diseminación de la desinformación de medios en línea. Es claro que, las redes sociales moldean nuestra mente cada día más.
La Organización Mundial de la Salud ha acuñado un nuevo término conocido como “Infodemia”, entendido como una sobreabundancia de información, alguna correcta y precisa y otra no. Esta saturación en la información dificulta que las personas identifiquen fuentes confiables que sirvan de guía cuando así lo requieran. La infodemia puede hacer sentir a las personas “powerless”, es decir, desprotegidas.
La infodemia puede hacer que las personas caigan indefensas: como hay tanta información, hacen que la amenaza sea difícil de reconocer, por lo que puede afectar a cualquier persona en cualquier momento. Este sentimiento de impotencia o indefensión puede llevar a imaginar el peor resultado, o "catastrofizar" contribuyendo a generar sentimientos de ansiedad y temor en un período que ya provoca ansiedad.
Entonces, ¿cómo podemos combatir la infodemia, mantenernos informados y conectados mientras protegemos nuestra salud mental al mismo tiempo? Es una tarea difícil, pero se puede hacer. Por un lado, las empresas de tecnología están dando un paso adelante para ayudar; sus soluciones van desde la promoción de información verificada hasta la eliminación de información errónea y el intento de evitar publicar información falsa o imprecisa en primer lugar.
Compañías como Facebook, por ejemplo, han dicho que están trabajando para bloquear los anuncios que intentan explotar la situación, mientras proporcionan a la Organización Mundial de la Salud (OMS) "tantos anuncios gratuitos como necesiten". Google también apoya a la OMS publicando un aviso especial con actualizaciones de dicha organización cuando las personas buscan información sobre el virus. Twitter ha agregado una etiqueta de advertencia que se vincula al Centro de Control de Enfermedades en Estados Unidos cuando un usuario busca "coronavirus". La red social TikTok y YouTube emiten una alerta que alienta a los usuarios a buscar "fuentes confiables" para obtener información. Incluso la propia OMS ha reunido una página que destruye mitos sobre el coronavirus.
Lo recomendable es usar la tecnología para acceder a sitios que coadyuven a mantenernos informados y que nos permitan disfrutar, practicar diversos pasatiempos y contribuyan a que podamos mantener una sensación de calma. La tecnología puede servir para moldearnos, pero no olvidemos que nosotros también ayudamos a moldearla. Podemos usarla para ser creativos. Podemos usarla para ser amables. Podemos usarla para estar juntos.
JUAN MANUEL TELLO CONTRERAS
Facultad de Contaduría y Ciencias Administrativas
y el la carrera de Ingeniería en Biotecnología
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
JANETH MORALES CORTÉS
Facultad de Odontología
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
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