Tiempos globales, problemas locales. Repensar la universidad pública

Escrito por ANITZEL RAMOS VELÁZQUEZ. Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo, UMSNH
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Ante la pandemia de COVID-19, las instituciones educativas se han visto en la necesidad de enfrentar grandes desafíos que les ha permitido reconocer, aunque con mucho ánimo, debilidades sistémicas que les dan la oportunidad de crear soluciones singulares a problemas complejos dentro de un escenario de riesgo. En primer lugar, es necesario reconocer que la pandemia no afecta de manera igual a todas y todos, ya que pone en la palestra pública situaciones de salud, de pérdida de ingresos, de violencia, de miedo y de inequidad.

Esta crisis nos lleva a grandes aprendizajes. Como profesora, es de señalar que vivir esta pandemia que ha implicado la virtualización del aprendizaje, me ha obligado –en un sentido positivo de la palabra– a salir de mi zona de confort y a desarrollar y reaprender habilidades para la utilización de nuevas herramientas tecnológicas y una rápida adecuación de los contenidos de las materias. Ser docente en línea, además del cambio de dimensión espacial, implica también un acompañamiento distinto al alumnado.

La Universidad Michoacana se ha caracterizado por el humanismo en sus valores, y eso conlleva la responsabilidad de educar a una gran diversidad de alumnos y alumnas cuyas problemáticas son diferentes y específicas en cada uno de ellos. Es por eso que este acompañamento virtual implica analizar cada situación en particular, con la finalidad de potencializar el conocimiento hacia todos y todas, porque somos una universidad pública con una responsabilidad social predominante.

A pesar del mucho esfuerzo que ha implicado esta adecuación en la manera de impartir clase, he dedicado tiempo a animar a los estudiantes para que participen, que se involucren en las actividades, a que no dejen la escuela y que tomen en serio la pandemia y se cuiden: los queremos de regreso a todas y todos pues son el corazón de la universidad.

Por otro lado, habrá que reconocer que la pandemia está teniendo impactos negativos y que se viven de manera diferenciada entre hombres y mujeres; debemos pensar que no todos los alumnos viven en entornos urbanos, no todos tienen acceso a internet en casa (a veces ni siquiera cerca de casa), hay quienes deben ir a elaborar tareas en un ciber y eso les genera gastos que no les es posible erogar. Aquí es donde la misión de la universidad pública tiene mayor relevancia. La tarea es grande y la solución será el compromiso y corresponsabilidad de toda la comunidad nicolaíta comprometida con la sociedad michoacana.

Ante este reto, se debe reconocer la inequidad en la sociedad. Nuestras alumnas tienen un mayor riesgo de sufrir violencia, una mayor carga de trabajo doméstico, el cuidado y atención de ancianos o niños pequeños, incluso la falta de trabajo remunerado, lo que conlleva situaciones de riesgo en casa. También está el caso de aquellos de origen indígena, donde lamentablemente la desigualdad social es más fuerte. Es ahí donde la universidad pública debe entrar como un elemento catalizador que minimice esta falta de oportunidades, ya que, si permite que se genere exclusión por diversas razones y el impedimento del ejercicio al derecho humano a la educación, estará afectando mayormente a mujeres, indígenas, discapacitados; se estará entonces en la posibilidad de convertirse en una universidad poco incluyente.

Un ejemplo: Jazmín, quien vive en Xitlama, Tlanchinol, en la sierra alta de Hidalgo, una comunidad rural donde no se tiene acceso a internet, donde no se tienen las condiciones para trabajar en una computadora; y que es una localidad además donde es común la situación de violencia, lo que hace que sus padres no le permitan salir de su casa. Otro caso es Fabio, que vive en La Teja, en Jerécuaro, Guanajuato, quien desde el inicio de la pandemia le ha sido imposible el arreglo de su módem, porque no hay personal que lo arregle debido a la contingencia sanitaria, de manera que se tiene que trasladar a otras comunidades (a 30 minutos de su casa) para que le presten una computadora con internet o buscar un ciber. Y al igual que los padres de Jazmín, expresa su temor a transitar libremente debido a la amenaza de los cárteles de la droga –ayer hubo balacera y amenazaron al que saliera de su casa-, razón por la que sus padres tampoco lo dejan salir.

En el mismo sentido de violencia, algunos medios de comunicación señalan que organismos nacionales e internacionales (ONU Mujeres) dan cuenta del aumento en los casos de violencia de género; situación no extraña, ya que al estar las mujeres y las niñas en confinamiento existe un aumento de violencia sexual al convivir con mayor tiempo con los agresores, y por otro lado tienen una sobrecarga de tareas domésticas y tienden a recibir una menor retribución aquellas que tienen un trabajo remunerado (si aún lo conservan y no fueron despedidas). Situación que muchas veces escapa a la perspectiva del docente y llega a causar un daño ante la falta de sensibilidad para tratar estos problemas.

De esta manera, la pandemia de COVID-19 nos lleva a repensarnos como universidad pública: Si la Educación es un derecho humano, ¿no deberíamos todas y todos tenerla garantizada? ¿Qué sucede con quienes no tienen acceso a internet, o que deben moverse de su lugar donde viven para poder tener acceso a un ciber? Vemos que algunos no tienen espacios adecuados para estudiar, no tienen materiales de lectura, a veces ni siquiera el apoyo de los padres y madres. ¿Qué compromiso está asumiendo la universidad pública, ante estos problemas complejos?

Como respuesta a la pandemia –y atendiendo al objetivo 4° de desarrollo sostenible “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos. La consecución de una educación de calidad es la base para mejorar la vida de las personas y el desarrollo sostenible”–, la universidad ofreció un curso sobre habilidades digitales para sus docentes que seguramente ha tenido y tendrá un efecto positivo a corto y mediano plazo. El profesorado estará dando un acompañamiento más cercano y competente al alumnado: esta crisis es también una gran oportunidad para transformarnos, para -superando estos retos de conectividad- garantizar que el alumnado pueda acceder a una educación de calidad que brinde oportunidades de progreso.

En palabras del economista francés Thomas Piketty, la pandemia del nuevo coronavirus puede abrir nuevas posibilidades para replantearse la distribución de la riqueza del mundo, y puede encaminarse a rubros como el de los suministros médicos y la educación entre otras (Becerril, 2020). La manera en que los gobiernos se planteen la recuperación económica puede ayudar a crear prosperidad y resiliencia, siempre y cuando definan políticas encaminadas hacia el desarrollo sostenible. Las universidad públicas deben, asimismo, replantearse la forma de comunicarse con su comunidad y el regreso a “la normalidad”, con escenarios aprendidos y retos distintos por alcanzar.

Pensando en un escenario pos-pandemia, tenemos la posibilidad de repensarnos como universidad pública. Como elemento clave en la sociedad, nos incentiva a aprender y promover el desarrollo sostenible, adoptar estilos de vida sostenibles, a formar no solo a los mejores profesionistas, más bien a ciudadanos y ciudadanas comprometidos y responsables con la sociedad y con el entorno. Para mí, esa es la función última de la universidad.

Referencias:

Becerril, A. “Thomas Piketty: la desigualdad en tiempos del Covid-19”. El Economista, 16 de mayo de 2020.

ONU. Mujeres, la Red Nacional de Refugios. El Secretariado del Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.


ANITZEL RAMOS VELÁZQUEZ

Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Judith Romero
Efectivamente como lo comentas, está situación de pandemia, ha dejado al descubierto un sin número de desafíos para lograr la equidad educativa, las circunstancias demuestran que nuestro sistema educativo no está preparado para enfrentar estos cambios, ya que la mayoría de las de las escuelas demostró y reconoció que el acceso desigual a internet es tan sólo uno de los muchos problemas que enfrenta nuestra sociedad.
Desafortunadame nte, son muy pocas las universidades y las escuelas que pueden ofrecer una experiencia académica virtual completa, con alumnos que cuentan con dispositivos electrónicos, profesores que saben cómo diseñar lecciones en línea funcionales y una cultura basada en el aprendizaje tecnológico.
Sin embargo, coincido contigo, que el magisterio en México (los de vocación) es muy noble ya que buscaron soluciones provisionales a esta crisis, se reinventaron al adecuar sus contenidos académicos, utilizaron sus propios recursos, para evitar que los estudiantes en sectores

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