Fotografía tomada de Nicolas Ladino Silva en: https://unsplash.com/photos/8IrLhNdHh2w?utm_source=email&utm_medium=referral&utm_content=creditShareLink
A lo largo de la historia de nuestro país, la violencia en contra de la mujer está documentada indirectamente, es decir, el simple estudio de los códigos penales habla de un trato desigual ante la ley de hombres y mujeres; por ejemplo: los casos de ataques sexuales contra mujeres estaban menos penalizados si la mujer tenía mala fama pública, como si eso la hiciera menos persona; o en caso de violación, la pena se reducía a que el agresor se casara con la víctima, la que era obligada a hacerlo por su familia y por la sociedad. Acciones como esas evidencian cómo el sistema ha trabajo para reproducir y perpetuar el sometimiento de las mujeres.
Gran porcentaje de las mujeres en México ha sido víctimas de violencia. Según datos de la Encuesta Nacional sobre Dinámica de las Relaciones en los Hogares del Inegi, el 66.1% de las mujeres han sufrido algún tipo de agresión física, psicológica o sexual y solo el 9.45% denunció. La Organización de Naciones Unidas considera que la violencia contra las mujeres es equiparable a una "pandemia" y clasifica a nuestro país como entre los veinte peores del mundo que padece dicha situación. Los ámbitos en donde se puede ver más violencia hacia las mujeres son: de pareja 43.9%, espacios públicos 34.4%, laboral 26.6% y el escolar 16.7% (Inegi, 2019).
En el entendido de que en el ámbito de pareja es en donde hay mayor incidencia de violencia contra la mujer, es lógico que, a mayor tiempo compartido entre victimario y víctima dentro del hogar, por las medidas de aislamiento social implementadas por los gobiernos federal y locales, será mayor la incidencia de violencia contra la mujer durante este confinamiento. La afirmación se fundamenta en el hecho de que la violencia contra la mujer tiene una conducta escaladora, es decir, va en aumento. Por lo que, el confinamiento, sin duda alguna, puede llevar la situación de violencia en la que viven las mujeres, en México y en el mundo, a su mayor expresión, que es el feminicidio.
Al respecto se ha elaborado un medidor de peligro que clasifica el grado de violencia que se esta sufriendo, a fin de que la víctima sepa que tipo de ayuda necesita. Este instrumento se conoce como violentómetro. Este instrumento nos sirve para identificar gráficamente, las formas de violencia -como antecedentes-, hasta llegar a un feminicidio. Antecedentes que se encuentran ya en la vida del 66.1 % de las mujeres mexicanas.
Ahora bien, esta situación, de por sí complicada para las mujeres, se pone más difícil al incluir a la mezcla de factores, que pueden terminar en un feminicidio, el factor de las políticas públicas mal diseñadas o incluso recicladas, como es el caso de la campaña Cuenta hasta 10 y saca la bandera de la paz. Esta campaña lejos de luchar contra la violencia de género e intrafamiliar que sufren las mujeres en nuestro país, parece una burla, puesto que, la campaña es reciclada de la década de los 80s, enfocada a prevenir la violencia intrafamiliar, en específico contra los niños. En esta campaña se actúan 4 escenarios de violencia intrafamiliar en las que se incluye a una mujer como victimaría de un hombre, lo que, aunque existente, reporta muy poca incidencia en nuestro contexto social vigente. La campaña deja de lado el escenario de mayor incidencia, en el cual, la mujer es la víctima y el hombre el victimario. Ignorando por completo que en el 82% de los casos de violencia contra la mujer, los hombres son quienes la ejercen, entre su pareja, padre, hermano, hijo primo y tío (en orden de incidencia), y solo en el 18% de los casos señalan a otra mujer como quien ejerce la violencia, principalmente por sus hermanas o madres, según el portal Infobae, América (2020) . Encontramos en esta campaña otra evidencia de cómo el sistema trabaja para reproducir y perpetuar el sometimiento de las mujeres.
Otro ejemplo de esto es la campaña en redes sociales, emprendida por mujeres afiliadas a MORENA -como respuesta a las críticas por el manejo de la pandemia de COVID-19, y por la marcha contra los feminicidios que se llevó a cabo el 8 de marzo del presente año-, en la que mediante el hashtag #oposicionmisógina, circulan imágenes por medio de las redes sociales, acompañadas de frases combativas a esta supuesta oposición misógina. En esta campaña podemos ver claramente cómo las mujeres morenistas son usadas para justificar lo injustificable en un intento de mejorar la imagen pública de nuestro presidente y su gobierno. Lo anterior, al afirmar que las y los que exigimos se proteja la vida de las mujeres somos oposición misógina que busca el miedo. Esto sin entender y/o aceptar que las mujeres no buscan el miedo, miles de mujeres tienen miedo justo ahora, dentro de sus casas, porque aunque el confinamiento es necesario para evitar la propagación del virus COVID-19, estas mujeres se están jugando la integridad al vivir en un lugar en el que son violentadas día con día.
MARIBEL VALDEZ SOLÍS
Estudiante de la Maestría en Derecho Administrativo
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
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